Separadores de basura en Guatemala

Estas tres imágenes aunque son del año 2011 y 2016 son muy actuales pues muy poco ha cambiado en estos años, aunque los graves accidentes como el del año 2016 hayan acelerado la toma de decisiones municipales para acabar con esta vergüenza. Nos muestras a vecinos en la ciudad de Guatemala, buscando chatarra y papel junto a las aguas contaminadas de uno de los mayores vertederos de basura en la ciudad, conocida como "La Mina".

Buscan objetos que tengan algún valor en un barranco de más de 300 metros de profundidad a donde van a parar por un lado los desperdicios de las basuras de la ciudad de Guatemala y por otro el desagüe de las aguas fétidas, que se ve al fondo de las imágenes, desde el alcantarillado, a donde curiosamente también llegan algunos objetos de valor.

Allí pueden encontrar metales u objetos que luego pueden vender para ganarse hasta unos 20 dólares al cambio, que es más del doble que su salario mínimo. Son decenas las personas que todos los días acuden a este lugar a ganarse la vida. Es otra manera de ser muy pobres, de vivir de su destino.

Se les llama a los guajeros que allí acuden “separadores de basura”, y son familias que viven en colonias cercanas al basurero, entre callejones estrechos, casas de lámina y lazos de ropa colgados entre casa y casa. Estos trabajadores, indignamente pobres en un país de muchos pobres, deberían tener prohibida la entrada a su trabajo y que fuera el Ayuntamiento o la Comunidad quien realizara en condiciones técnicas dignas la separación y reciclaje de las basuras.

En el basurero, a diario ingresan 550 camiones recolectores con 3.250 toneladas de desechos. El ayuntamiento de la ciudad de Guatemala y sus localidades cercanas estimas que los porcentajes de basura que llevan al lugar están distribuidos de la siguiente manera: un 3% de tela, un 5% de aluminio, otro 5% de madera, un 4% de vidrio, un 6% de plástico, casi un 11% de papel y cartón (el material más reciclable que produce el Relleno), y 68% de desechos orgánicos. Estas imágenes son una muestra clara de que no se debe mantener el vertedero como está.


La ciudad influye en nosotros, y nosotros en la ciudad

Esta estampa de New York quiero que se vea desde una doble vertiente social. Por una parte vemos a una persona que está modulada por la realidad social de una gran ciudad que le lleva a este trabajo de hacer música dentro de una estación de Metro. La ciudad le permite hacer música, le ofrece la oportunidad de vivir de esto (peor o regular, no lo sabemos) y modela la vida de esta persona hasta convertirlo en lo que es. La ciudad le influye y mucho.

Y por otra parte la propia ciudad, en este caso New York, se modifica por la acción de esta persona, que junto a decenas de personas en similares condiciones, convierten a New York o a decenas y decenas de ciudades repartidas por todo el mundo, en urbes con personalidad propia. Las Ramblas de Barcelona sin las personas que hacen mimo, pintan cuadros o venden flores por la acera, no sería igual. Y sin la vida de las Ramblas, Barcelona tampoco sería igual.

Es decir, la ciudad influye en sus personas. Las personas influyen en su ciudad. Viven en sintonía el continente y el contenido. Si uno cambia, también cambia el otro.

Pero esto ni es eterno ni es fijo e inamovible. Influyen muchos otros factores. La presión urbana, los espectadores, la economía de la zona, las normas de convivencia, la seguridad, las leyes, el clima, la aceptación de esta realidad, los movimientos de las distintas zonas y sus componentes.

Podría desaparecer esta simbiosis o podría transformarse en otra distinta o en otro lugar. Y en eso tenemos responsabilidad todos.

Por ejemplo este músico está aquí porque hay personas que le depositan unas monedas. No sabemos cuántas, y por ello no sabemos el umbral por el que un día desaparecería de allí. Es una relación que funciona hasta que desaparece, y sin saber ninguna de las tres partes ni cuándo ni por qué. Ni la ciudad que parece no saber hablar, ni el músico que no llega a entender bien el motivo de la bajada de ingresos, ni el espectador que nunca sabrá por qué ha desaparecido el músico.

Sostenibilidad de las ciudades con números

Las ciudades representan más del 60 % del consumo mundial de energía, el 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero y el 70 % de los desechos a nivel mundial. Números brutales y en aumento descontrolado.

¿No tendríamos que tener en más en cuenta la sostenibilidad y el consumo de recursos de las ciudades, para que el mundo sea habitable en el futuro?

¿Qué calidad de vida de los habitantes de una ciudad herida y enferma de contaminación, es la que envuelve sus enfermedades?

Slum, favelas, chabolas, tugurios. Barrios antisociales

Los podemos llamar SLUM o barriadas de tugurios, chabolas o favelas. Todo son los mismos tipos de barrios, estén en la parte del mundo que estén. Barrios enteros y cerrados, llenos de infraviviendas, que sin quererlo forman un urbanismo descontrolado que afecta al conjunto de la ciudad donde se asientan. Porque inevitablemente estos barrios necesitan de una gran ciudad para formarse y sobrevivir. Son la denigración social de la propia ciudad, el parásito inevitable cuando una sociedad no atiende a sus problemas sociales.

Estos barrios que crecen sin control se forman en terrenos baldíos de las afueras de las grandes ciudades y no cuentan con ningún tipo de servicio básico, como agua potable, electricidad, servicios sanitarios o recogida de basuras. por ello la acumulación de basura y la ausencia de aseos o letrinas convierte a estos barrios en peligrosos focos de cultivo de muy diversas enfermedades. Los voluntarios que entran para ayudar son auténticos héroes sociales.

El abandono escolar, la falta de integración social al no ser admitidos sus habitantes por el resto de la población, la malnutrición o el alcoholismo, convierten a estos lugares en muy peligrosos pues sus habitantes necesitan sobrevivir como sea. Peligros y violencias que se dan principalmente dentro de los propios barrios, contra los más débiles, contra las mujeres, pues el alcohol fabricado de forma casera es una constante que se une a la falta de formación social, ocupación y trabajo.

Son además viviendas construidas con materiales de desecho, incapaces de garantizar seguridad o una temperatura lógica en su interior, en zonas que no sirven para asentar una ciudad, orillas de ríos o de líneas de trenes, montañas en fuertes cuestas, zonas inundables, etc. 

Se calcula que unos 1.000 millones de personas en el mundo vive en 2018 dentro de estos barrios inhumanos.

En Mumbai (India), hay un “slum” con una población entre 600,000 y un millón de personas. En Kibera, un suburbios de Nairobi (Kenia) viven entre 700.000 y un millón de personas con solo 50 aseos públicos por los que hay que pagar para usarlo. En Río de Janeiro (Brasil) se calcula que hay unas 300 zonas de favelas diferentes, mucho más pequeñas de tamaño que los slum africanos o asiáticos. Una cantidad que ya se ha duplicado. Pero asentamientos ilegales de tamaño pequeño o mediano hay en todas las ciudades europeas. En todas.

Es verdad que la sociedad mundial —más en las ciudades que lo sufren con dureza— están tomando medidas para resolver estos problemas. Y que en este siglo ha bajado el porcentaje de habitantes de estas ciudades que viven en los barrios marginales. Pero no ha bajado el número final de personas, pues son ciudades que crecen de forma descontrolada. Y las inmigración lleva a los nuevos habitantes a ocupar los slum y las infraviviendas que se van quedando vacías.

Mientras 8 personas en este mundo actual tengan la misma riqueza que 3.600.000.000 de personas, no tenemos solución. ¿No sería lógico por el mantenimiento de la sociedad actual, trabajar mucho más por la dignidad de estos millones de personas? Pero por puro egoísmo social, para evitar males mayores.


Zaragoza ciudad de contrastes sociales

Las ciudades se han convertido precisamente en ciudades plurales, mucho más plurales con la crisis cíclica (o sistémica) desde el 2008. Una ciudad es cada vez más la suma de varias formas de vivir en la ciudad, de varios tipos de sociedades dentro de la misma ciudad. Durante las décadas anteriores la pobreza y la riqueza se iba acercando hasta hacerla algo menos contrastada. Con esta crisis y sus malas soluciones, los ricos o se han mantenido o han ascendido en sus ingresos, mientras que los trabajadores y los que ya eran pobres han visto perder su poder adquisitivo, de consumo y ahorro, adentrándose acercándose a la pobreza.

Esto supone para las ciudades un contraste acentuado pues por una parte hay barrios que envejecen y no se produce el recambio de la sociedad ni tampoco de sus viviendas y servicios, mientras que surgen otras zonas con atractivos para las personas con más ingresos, o más jóvenes, con nuevos servicios y calidades de vida.

Vamos a ver algunas pinceladas de una ciudad mediana, Zaragoza, y que nos viene muy bien para entender algo más todo esto que explico.

Por una parte tenemos (arriba) un mapa con el envejecimiento de las diferentes zonas de la ciudad. Claramente además del centro de Zaragoza hay barrios considerados “viejos” por la edad de sus habitantes. Y a la vez hay barrios totalmente jóvenes, donde el color amarillo predomina totalmente. Las ciudades se van moviendo constantemente, y esto además de saberlo los sociólogos lo saben los constructores y promotores de viviendas. Los barrios viejos en unas décadas se volverán amarillos mientras que los amarillos serán naranjas.

Si no se produce recambio de edificios, en los barrios hoy rojos y que serán amarillos en pocas décadas, el tipo social de vecino será muy distinto al que sería si se hicieran remodelaciones totales de su urbanismo y edificios. O lo que es lo mismo. Como este cambio no se producirá por igual en todos los barrios hoy de rojo, aunque todos se vuelvan amarillos, no tendrán el mismo componente ni de servicios, ni comerciales ni sociales. Excepto que el Ayuntamiento sepa diseñar con FUTURO estos cambios “de color”.


La mala sensación social acompañará en el futuro a estas realidades sociales que distribuyen mal la sociedad de la ciudad.

En el siguiente plano (abajo) de Zaragoza ya vemos las claras diferencias de colores según los ingresos medios de las familias y de las personas. Mientras que la media de renta por persona es en Zaragoza de 11.807 euros, hay Distritos con 9.600 euros de media por persona y otros con 17.950 euros de media. Casi el doble sabiendo que como son medias, dentro de ellas hay ingresos mucho más bajos o bastante más altos.

Pero además estas cantidades tan diferentes (por arriba y por abajo) se concentran claramente en algunos barrios de la ciudad. Tanto en los niveles bajos como en los altos. Hay pues barrios de Clase Alta y barrios de Clase Baja. Y en esta última décadas, las diferencias se han agravado.

Constatamos pues que la ciudad no está haciendo en los últimos años el papel de aplanadora social, de solucionadora de problemas sociales. Y todo esto sucede sin que deseemos darnos cuenta, admitiendo que dentro de las ciudades es normal que haya cada vez más, personas y familias pobres que son más pobres y ciudadanos ricos escondidos en la ciudad para que no les notemos el exceso y que son cada vez más ricos.



Las ciudades en su lucha por la integración social

No existe urbanismo sin urbe, ni urbe sin ciudadanos, sin personas, sin sociedad. La pobreza solemne, la pobreza de todo es una constante en aumento en nuestras ciudades

Durante siglos fue la familia la que sustentaba de muchas formas a los retirados de la sociedad, del trabajo, del hogar, de la dignidad social. Pero la familia se ha ido transformando y hoy ya no siempre es capaz de integrar en la supervivencia a las personas separadas del “sistema” social.

En las grandes ciudades es muy sencillo ver a personas o incluso a pequeñas familias, viviendo en la calle, de la calle. Bruselas, Barcelona, Berlín, Zaragoza, Madrid o New York. Da igual. 

En España es casi imposible ver a familias sin atender, no así a personas solas. Pero si bien la acción social funciona sobre todo en Europa, lo hace en la fase de supervivencia, y no en la de resolver la dignidad social y personal. 

Los ayuntamientos están haciendo una labor magnífica, no así los distintos gobiernos superiores, que no siempre colaboran o realizan lo que es su obligación.

Toda persona necesita dos elementos básicos que no siempre se cumplen. Un trabajo u ocupación. Y un hogar. Hay es donde hay varias opciones. 

El trabajo no siempre es retribuido con dinero y como ejemplo tenemos algunas parroquias donde se ayuda en diferentes grados según la implicación de las personas con las personas. En algunos casos se ofrece hogar a cambio de ocupación.

El hogar puede tener muy diversas configuraciones.
Desde los clásicos albergues a los que hay que dar una vuelta de tuerca, a las casas de acogida o a las habitaciones comunales de ayuda. Donde no siempre es posible el apoyo mental efectivo, pues es muy complejo salir del pozo. 

Cuando una persona pierde lo básico, pierde normalmente una parte de la cordura social. En la misma medida en que cuando pierde la seguridad pierde el concepto de seguridad en todas sus vertientes, surgiendo con más normalidad el ataque a las leyes que nos hemos impuesto.

La acción social dirigida a la supervivencia es imprescindible, pero no es suficiente. Hay que trabajar la formación continua, la construcción de hogares diferentes y válidos para estos problemas con excesivas aristas distintas, hay que procurar la ocupación y el recibir a cambio las ayudas de todo tipo. 

Para recuperar a las personas hay que volverlas a convertir en personas con autoestima, que ellas mismas se consideren válidas para la sociedad, y en esto el trabajo es muy complejo pero imprescindible si queremos una sociedad integradora. 

Hay que revisar las acciones de salud personal, de responsabilidad con ellos mismos, de cambio en el orden de sus valores personales encarados hacia un nuevo futuro desde una nueva vida.


Ciudad vertical u horizontal. Debate y reflexión sobre los nuevos barrios

Cuando hablamos de ciudad compacta se nos viene a la mente imágenes de ciudades como New York, ciudades muy verticales, que emplea poco espacio para meter a muchas personas. La verdad es que ese New York que tenemos en el imaginario es parcialmente algo falso. Casi todos estos enormes edificios no son viviendas sino oficinas. Aunque también en las fábricas y en las empresas de servicios hay que trabajar la compactación urbana. Hace casi un siglo ya se inventaron en Barcelona los edificios de varias plantas con fábricas diversas en cada una de ellas, y construidos con las características para ser fábricas en plantas diversas, soportando peso y diseñadas para usos industriales.

Pero volvamos a New York. Que estas enormes construcciones sean oficinas no quita nada a la reflexión. ¿Cuánto espacio ocuparían las mismas empresas en edificios de 4 alturas? Cuanto más espacio se necesitan más distancias recorridas, más y mejores transportes, más coste y sobre todo más tiempo de las personas para desplazarse.

Sigamos allí. En estas calles hay de todo para sus usos, sin moverse excesivamente. Tanto para las empresas de servicios como para los turistas que también ocupan estos espacios con normalidad. Tiendas, lugares de ocio, comercios, museos y zonas verdes. Muchas zonas verdes. Los habitantes de estos espacios tan verticales disponen de toda la calidad de vida de una ciudad horizontal o incluso mucho más. Quién ha visto ciudades horizontales sabe que allí hay pocos comercios, que las distancias para comprar o realizar ocio con más personas son muy grandes y que la soledad en las calles es una constante que a veces incluso asombra a los que venimos de ciudades verticales.

La sostenibilidad de las grandes ciudades es hoy imprescindible.
Y para ello hay que ser capaces de ofrecer las ventajas de las ciudades horizontales, que las tiene, en ciudades diseñadas de forma vertical. Por ejemplo con viviendas de más tamaño y con posibilidades de disfrutar del aire libre en cada edificio, con terrazas comunales o terrazas individuales que nos hagan salir de la vivienda sin dejar de estar dentro del gran edificio.

En la ciudad los ricos son más ricos y los pobres más pobres

Las ciudades siempre han sido el lugar de concentración social, de reparto de posibilidades, de integración cultural y económica, de escaparate donde se cultivan todo tipo de posibilidades de la sociedad. Pero no siempre la distribución de estas oportunidades está ni bien repartido ni con un acceso a un sorteo…, sin trampas.

Siempre la ciudad es también la auténtica máquina que ejerce la diferenciación social, la que actúa de separadora de clases, de distribuidor de las posibilidades, de reparto de poderes. Es pues la ciudad un elemento imprescindible que ejerce de doble rasero. Sirve para repartir, pero decide a quien quiere repartir.

Los ricos y pobres son más ricos y pobres en las ciudades que en los pueblos o localidades pequeñas. Cuanto más grande es una ciudad más ricos son los ricos y más pobres son los pobres. Más posibilidades tienen lo ricos y menos los pobres para poder salir de su pobreza.

Lo que muchas veces no sabemos, y si lo intuimos no lo detectamos con claridad, es que en las ciudades hay zonas de uso exclusivo, sitios excluyentes y clasistas, donde los más ricos se juntan de ricos para seguir siendo ricos sin que lo notemos los demás. Sobre todo si los demás somos pobres o como poco no estamos a “su” altura social.

En una gran ciudad a los pobres los podemos encontrar con facilidad. Los vemos. A los ricos nos cuesta mucho detectarlos. Hay clubs, espacios cerrados, urbanizaciones encerradas, sitios de ocio exclusivos, colegios incluso que son “diferentes”. Los intuimos, pero no los penetramos. Ni nos dejan, pues lo evitan con gran coste en seguridad privada activa o pasiva. Y esto sucede en todas las ciudades grandes. Incluso en las nuestras, en la mía, en la tuya.

Los ventanales son ecológicos y muy útiles


En ciudades o países con muy poco sol, los ventanales son el mejor sistema de lograr luz y algo de calor en invierno. Es el caso de La Coruña en España o de muchas ciudades de Centro Europa. 

Aquí vemos un caso de estos, con una fachada de 1697 llena de florituras alrededor de grandes ventanales. En Bélgica aprendieron a construir viviendas ecológicas antes de que surgiera este nombre en nuestro vocabulario, al evitar consumo de energía para la climatización. En aquellos tiempos de carbón.

Elementos básicos en el diseño de un parque urbano

Arte o monumentos. 
Agua y sonidos naturales. 
Naturaleza y zonas de paseo. 
Relieves para formar paisajes. 
Sensación de naturaleza artificial pero naturaleza al final. 
Zonas de descanso y tranquilidad. 
Centralidad para que resulte sencilla la utilización del parque. 
Amplitud para no sentir el agobio del tráfico. 
Diferentes zonas para invierno y verano. 
Amplias zonas de paseo.
Zonas infantiles y deportivas.
Fauna autóctona libre.
Limpieza y mantenimiento constante.
Servicios básicos de uso y consumo.
Sensación de seguridad pasiva.
Buenos accesos desde diferentes zonas de la ciudad.
División del espacio total en diversas zonas diferentes.
Zonas delimitadas para comercio artesanal o artístico.

Pequeños parques muy cuidados en Europa

Todos los parques tienen que tener unas finalidades claras: la relajación, el disfrute visual, la calma, el paseo, el descanso, ser una isla dentro de una gran ciudad. Por ello es fácil saber qué elementos deben contener. Otra cosa es que desde los Ayuntamientos queramos crear zonas intermedias para quedar bien y sin coste necesario, o que no seamos capaces de encargar su diseño a sociólogos y urbanistas que sepan qué necesitan construir. O lo que es peor, que no se les tenga en cuenta, que no se les haga ningún caso.

Un parque no es para ganar unas elecciones municipales, sobre todo porque un parque de calidad resulta caro de mantener en el tiempo. Por eso una de las decisiones más lógicas y casi obligatorias es que se contemple el mantenimiento de calidad desde el primer día y con vistas al futuro.

Es mejor un solo parque en un barrio, pero de calidad, bien mantenido y con los elementos necesarios para ser una zona muy usada, que aspirar a dos parques que se dejan abandonados por no poderlos mantener en condiciones.

En algunos países de Europa se opta por un sistema intermedio ante la decisión anterior. Crear un gran parque de barrio o de barrios en zonas limítrofes de vecindad entre dos barrios, y crear varias zonas verdes pequeñas (paisajes de unos 200/400 metros cuadrados) dentro de los barrios pero que son auténticas islas (casi) naturales, donde junto a un 50% de zona muy bien cuidada y con zonas de descanso y juegos, se mezclan en el restante 50% unos espacios totalmente salvajes (o que lo parezca más bien) donde no hay un orden de plantación de árboles, arbustos, rocas o hierbas, sino que da la sensación de que esa zona crece a su suerte. En la imagen uno de estos ejemplos, en la ciudad belga de Gante.

El vecino de la zona se encuentra con una zona mezcla de naturaleza salvaje y naturaleza artificial y diseñada. ¿Dónde está el truco para que aquello funcione? En la limpieza. Tanto el 50% de espacio muy bien cuidado como el 50% de espacio salvaje deben estar perfectamente limpios. Que crezcan hierbas a su antojo no tiene nada que ver con que esté lleno de papeles, latas, botellas o trapos.

Central Park de New York, como ejemplo urbano de calidad

Cuando hablamos de calidad de vida urbana nos referimos siempre a un modo de vida lo más natural posible, dentro de las grandes ciudades. Y como ejemplo a copiar os ponemos el Central Park de New York. ¿Por qué motivo?

El precio del metro cuadrado de terreno en la isla de Manhattan de New York es brutal, y en medio nos encontramos con una extensión de terreno de 3,41 kilómetros cuadrados. Un rectángulo de 4 kilómetros en su lado largo y de 800 metros en su lado corto. Y nadie duda de que este parque tan inmenso debe seguir estando allí, en New York, por mucho que convertirlo en rascacielos sería un negocio brutal.

Pero además esta parque en el centro de la ciudad (primer acierto) contiene todos los elementos para dotarlo de gran calidad. Muchos caminos, un paisaje en relieve con grandes rocas, muchas zonas para descansar y para que los niños jueguen, una gran limpieza incluso más que en las calles, un gran lago y numerosas fuentes, esculturas y monumentos, un castillo, varios museos, animales sueltos de muy variado tipo, grandes zonas deportivas, una muy variada masa forestal con jardines de todo tipo, etc.

Un parque vallado y muy vigilado, con patrullas policiales constantes incluso de noche, y sobre todo con silencio dado su tamaño, que impide que traspasen los ruidos del tráfico de la Gran Manzana.

Tenemos el ejemplo del parque del Retiro de Madrid, para entender este concepto de calidad urbana. Y hay que trabajar más este tipo de servicios insustituibles, en todas las ciudades que se pueda. Como por ejemplo en Múnich y su Monopteroswiese o en Barcelona el parque de la Ciudadela.