Barrios pobres o marginales. Cómo actuar

Los sistemas sociales más clasistas, apuestan por poner en valor a los barrios más marginados, auspiciando en sus teorías de las ciudades inteligentes que es mejor que existan estos barrios diferentes, separados claramente del resto de barrios llamados “normales”. E incluso valoran las ventajas de su existencia, como elementos grupales que ofrecen calidad a las ciudades y a su crecimiento.

Advierten que aquellas ciudades que tienen barrios marginales separados del resto, la ciudad asentada los emplean como activos económicos, lo cual es cierto, pero no positivo. Se crean dos sociedades paralelas y distanciadas, donde el trabajo y el consumo es muy diferente y los movimientos económicos muy distintos. Si se quiere tener mano de obra barata, simplemente se acude a estos barrios y se alquila como quien alquila una máquina. Y se paga con arreglo al nivel de vida y de consumo de estas zonas, donde todo es más barato.

Otro de los puntos que ellos consideran positivos, es que de esta forma agrupan a los habitantes “diferentes” en una misma zona, controlada y separada del resto. Y así pueden ayudarles mejor, actuar en mejoras sociales adaptadas a la medida del entorno social. Y siendo esto una verdad a medias, lo que se hace es retorcer el mensaje para positivar lo que en realidad es un acto negativo, que busca la desintegración social. Ayudan, sí, pero en una adaptación a la conveniencia del resto de la ciudad.

Incluso se venden estas actuaciones como el camino intermedio entre la ilegalidad en la que están sus habitantes, la marginación, los “sin papeles”, hacia la integración total. La verdad nos muestra que muy pocos logran salir de estas zonas urbanas separadas del resto pues una vez introducidos no se les ofrecen los mismos mecanismos de integración económica para poder salir de estas “cuevas” sociales en forma de barrios enteros.

En realidad la creación de estos barrios compactos más o menos marginales, lo que busca es pacificar la convivencia en el resto de la ciudad, clasificando por posibilidades económicas a los diferentes grupos sociales y culturales, actuando positivamente sobre los que más necesitan ayuda, pero confiándolos a unas zonas determinadas.


Incluso les ayudan a emprender negocios, a invertir en nuevas posibilidades económicas y laborales, pero siempre que sea posible, dentro de sus mismos barrios, para crear dentro de ellos subdivisiones económicas y sociales.

La alternativa más social es la integración de los habitantes diferentes y con menos posibilidades, entre la población asentada en el territorio, para que puedan disponer de las mismas posibilidades que el resto de vecinos. Para evitar conflictos, lo que hay que hacer es trabajar más y sobre todo más cerca del terreno social y urbano.